Feliz cumpleaños, maestro. Sí, hoy nuestro querido Raymond Chandler habría cumplido la friolera de 126 años. Más que celebrar los años que cumpliría, que sería antinatural, celebramos que el maestro viniera al mundo. Para celebrarlo, he leído este libro recopilatorio de cartas y reflexiones, que como el título indica, hacen que sea el propio Chandler el que se explique por sí mismo.
La estructura es curiosa. Como sabéis, soy muy fan de los libros epistolares, me encanta ver cómo eran de verdad estos personajes, cómo se expresaban y cómo pensaban. Y el mejor modo de verlo es a través de cartas o diarios. Es cierto que es revolver entre las intimidades del difunto, pero esperemos que nos perdonen. En este caso, sabemos que nos perdona porque fue el propio Chandler el que sugirió una recopilación de sus cartas, por sugerencia de su editor londinense Hamish Hamilton. Como os decía, la estructura es muy peculiar, porque en vez de ser una selección de cartas, o su totalidad, ordenadas de manera cronológica como es habitual, se trata de una ordenación temática. Ni siquiera se reproduce la totalidad de la carta en muchas de ellas, solamente los párrafos que se han considerado relevantes para lo que se quiere mostrar.
Por lo tanto, tenemos una sección en la que Chandler habla de sí mismo, otra sobre las novelas de misterio, otra sobre el mundo del cine y la televisión e incluso una sobre gatos. Si el que escriba sobre su gata en sus cartas mostrándole devoción eterna no es suficiente motivo de amor, no sé qué podrá serlo.
Chandler era un hombre increíblemente inteligente, con unos principios que defendía a capa y espada y que, según transmiten sus cartas, no temía expresar. Vivía un tanto frustrado con el hecho de que el género negro fuera considerado como un género menor, y siempre amenazaba con que iba a escribir "una novela seria". Aunque era muy consciente del papel que le tocó jugar en la historia del género negro, llegando a formalizarlo y haciendo que se tomase más en serio.
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Partida de nacimiento de Raymond Chandler |
Adoraba a su mujer, tanto que su pérdida fue un duro golpe para él. Me da la impresión de que su esposa Cissy tenía más influencia de la que se deja ver, porque en un par de ocasiones comenta aspectos como que cambió un título de un libro porque ella lo sugirió. Al fin y al cabo, eran lo único que tenían, el uno al otro, ya que no tuvieron descendencia.
Algo que me ha resultado llamativo es que en el apartado en que Chandler habla de sí mismo, o sobre cine, o sobre novela de misterio, parece un tipo verdaderamente arrogante, con la firme convicción de tener razón y saber de lo que habla, sin dudas, sin titubeos, y siempre con un humor muy mordaz. Sin embargo cuando habla de sus novelas con sus editores, la historia cambia. Habla de las decenas de retoques que hace a las novelas, novelas que comenta que le salían mejor si escribía de un tirón, pero aún así los recortes y relecturas que realizaba son asombrosos. Y aún así, nunca parecía satisfecho. Tan solo con dos de sus novelas, curiosamente las dos más conocidas: El sueño eterno y Adiós, muñeca. Incluso llega a comentar que un autor debería releerse sus obras cada seis meses para no caer en el error de repetirse.
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Raymond Chandler con Taki |
Era muy cuidadoso con las fotografías que se le tomaban, y resulta curioso hacer una búsqueda de fotografías suyas y ver que en la inmensa mayoría aparece posando. No soy un guaperas y puedo salir con un aspecto espantoso. También, cuidaba mucho tanto los títulos como las portadas de los libros, y atacó en más de una ocasión a sus portadistas porque estaba claro que no tenían ni idea de qué trataba el libro. Algún día, sólo por probar, algún portadista tendría que someterse a la insoportable tortura de leer el maldito libro.
Era un lector voraz, como nos muestran algunas de sus cartas, en las que comenta libros que va leyendo que son de su interés. También sentía una morbosa curiosidad por casos reales de asesinato, en especial se citan algunos en que no quedó clara la resolución del crimen, y elucubra acerca de quién sería realmente el asesino y cuáles serían los motivos para ello.
Amante de Gran Bretaña y de la cultura británica de un modo apasionado: del idioma (que insiste que no es el mismo que en Estados Unidos), de la lengua, del modo de pensar del país. A pesar de todos los años que vivió en Estados Unidos, comenta que es un lugar en que es difícil enraizar, que después de 30 años podría irse sin sentir la menor nostalgia ni por el lugar ni por sus gentes.
En resumen, un libro cargado de filosofía Chandleriana si es que eso existe, su visión de la vida y de la literatura, sus inquietudes, su modo de trabajo, sus sentimientos. Una delicia para los yonkis de Chandler y de su obra. Frases y frases para subrayar y anotar. Y como el libro ha hecho que sea Chandler el que hable, os dejo algunas reflexiones que me han parecido soberbias. Muchas de ellas de tanta actualidad que sorprende:
Para ser sincero, tenía condiciones para convertirme en un poeta de segunda fila bastante bueno, pero eso no significa nada, puesto que poseo la clase de cerebro capaz de ser un buen segundón en cualquier campo, y sin mucho esfuerzo.
Durante treinta años, diez meses y cuatro días, fue la luz de mi vida, mi única ambición. Todo lo demás que hice no fue más que fuego para que ella se calentara las manos.
Así que me he impuesto tres reglas para escribir que son absolutas: Nunca aceptes consejos. Nunca enseñes ni discutas el trabajo que estás haciendo. Nunca respondas a una crítica.
El que en una historia haya un asesinato no la sitúa en la categoría de novela de misterio o detectivesca.
[...] en Hollywood hay escritores que cobran dos mil dólares a la semana y que no han tenido una idea en diez años. Estaba exagerando... por abajo: hay escritores en Hollywood que cobran dos mil a la semana y que no han tenido una idea en toda su vida, que jamás han escrito una escena fotografiable, que no podrían ganar dos centavos por palabra en el mercado de las revistas baratas, aunque sus vidas dependieran de ello.
Leer exige menos esfuerzo físico (respecto a ir al cine), pero tienes que concentrarte un poco, aunque estés leyendo una novela de misterio, o del oeste, o una de esas que llaman novelas históricas. Y de vez en cuando corres el riesgo de tropezarte con una palabra de tres sílabas. Eso es presionar mucho el cerebro.
Pero la televisión es perfecta. Haces girar unos pocos botones, unos cuantos ajustes mecánicos de esos en los que tan eficientes resultan los simios superiores, te recuestas y vacías la mente de todo pensamiento. Ahí te quedas, mirando las burbujas en el lodo primigenio. No tienes que concentrarte. No tienes que reaccionar. No tienes que acordarte de nada. No echas de menos tu cerebro, porque no lo necesitas. El corazón, el hígado y los pulmones siguen funcionando normalmente. Aparte de eso, todo es paz y tranquilidad. Te encuentras en el nirvana de los pobres. Y si alguna persona malintencionada viene diciendo que pareces una mosca ante un cubo de basura, no le hagas caso. Probablemente no tiene dinero para comprarse un televisor.
Pero, a decir verdad, un tipo como Marlowe no debería casarse, porque es un hombre solitario, pobre, peligroso y, a pesar de todo eso, simpático, y parece que nada de esto pega con el matrimonio. Creo que siempre tendrá una oficina bastante mugrienta, una casa solitaria, bastantes amoríos pero ninguna relación permanente. Creo que siempre le despertará a horas intempestivas alguna persona intempestiva para encargarle algún trabajo intempestivo. Me parece que ese es su destino... Tal vez no sea el mejor destino del mundo, pero a él le cuadra.
Título: Chandler por sí mismo.
Autor: Raymond Chandler.
Editorial: Debate
ISBN: 8474443881
Páginas: 262
Precio: 12€ (descatalogado)