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Marzo ha sido un mes colmado de emociones en muchos sentidos. Por un lado, porque comencé el mes de celebración brindando por una unión que espero que sea muy afortunada. Un fin de semana especial y en buena compañía. Sin embargo, ha sido un mes de grandes pérdidas: se nos han ido González Ledesma, Terry Pratchett y mi adorado Cifu...

A nivel personal ha sido un mes absolutamente extenuante. Jornadas interminables y agotadoras de trabajo que me han robado mucho tiempo libre, y eso ha hecho que mis lecturas se hayan resentido. Mucho. Pero vamos con el resumen.


Lecturas de Marzo:

Como digo, mis lecturas se han resentido. He tenido mucho menos tiempo libre, menos concentración, menos horas de sueño... Tengo muchos libros empezados, demasiados. Debido a que no encuentro momentos para leer más allá del fin de semana, voy picoteando de unos a otros. Aunque la pila no haya decrecido (más bien todo lo contrario) al menos el número de páginas de los libros escogidos ha sido mayor. El que no se consuela es porque no quiere, vamos.

Debido a estas prisas y esta falta de tiempo, tampoco tengo foto de todo. ¡Espero que sepáis perdonarme! En resumen, son 6 novelas y 3 cómics. La buena noticia es que los cómics han vuelto a mi vida, y espero que al blog también.



- Camino a la perdición, de Max Allan Collins.
- Una mujer de recursos, de Elizabeth Forsythe Hailey.
- Blacksad 1. Un lugar entre las sombras, de Juan Díaz Canales.
- Blacksad 2. Arctic-nation, de Juan Díaz Canales.


En proceso:

Como veis, he leído los dos primeros volúmenes de Blacksad y tengo los otros 3 sobre la mesa. Cuando los vi el otro día en la biblioteca me llevé un alegrón. Espero traeros reseña de ellos muy pronto, casi seguro que los reseñe todos juntos en una misma entrada. 

Aparte de esto, estoy intentando retomar mi volumen con la recopilación de las cartas de Dashiell Hammett. Espero que caigan muy pronto La llave de cristal y El hombre delgado, que son los dos que me quedan por leer de este autor, y a los que nunca les he hincado el diente.

Adquisiciones:

En mi defensa he de decir que no todos han sido compras, que hay algún envío editorial, un premio de un concurso, y algunos regalos de buenos amigos. Pero sí, la pila crece y crece y empiezo a tener serios problemas de espacio en mis estanterías.

- Tom Ripley, de Patricia Highsmith. Para algunas cosas reconozco que voy a contracorriente. Anagrama acaba de reeditar (aún no he comprobado si reedición o reimpresión como pasó con Las dos caras de enero) y yo sin embargo he buscado este magnífico volumen con todos los Ripleys juntitos en un volumen de lujo en tapa dura. Y por cierto, mucho más económico que por separado.

- Cocaína, de Massimo Carlotto, Gianrico Carofiglio y Giancarlo De Cataldo. Según lo vi supe que tenía que ser mío, y Malpaso ha tenido la cortesía de regalarme un ejemplar. Os aseguro que veréis la reseña por aquí muy pronto.

- Los forajidos del Misisipí, de Allan Pinkerton. En realidad este es una adquisición del mes pasado... que había extraviado en mi propio salón. Sin comentarios. Espero que a alguno le suene de algo ese apellido de Pinkerton. Pues sí, la agencia de detectives donde trabajó el propio Dashiell Hammett. Me chivó Sergio Vera que Ginger Ape Books lo había editado, y lo pedí al momento.

- Lumpen, de Paco Gómez Escribano y Luis Gutierrez Maluenda. Regalo del propio Paco. Aunque la edición no me ha convencido por lo que he ojeado, el contenido tiene buena pinta. Ya os contaré.

- La penitencia del alfil, de Rafa Melero. Hace unos días terminé el primer libro de Melero y quedé muy contenta, más de lo que esperaba. Y este viene respaldado por Alrevés, así que caerá muy pronto.

- Hipotermia de Arnaldur Indridason. Aún recuerdo lo que me sobrecogió La mujer de verde. Ya que tengo todos los ejemplares de la serie de Erlendur Sveinsson, puede que caiga una semana temática en breve. (Por cierto, la portada me horroriza... Las de los libros anteriores son mucho más bonitas)

- Los huesos del invierno, de Daniel Woodrell. Muy recomendado por un buen amigo, y regalo de otro gran amigo. Combinación perfecta.

- Santuario, de William Faulkner. Una joya que tengo muchas ganas de leer hace meses. Es uno de los que espero poder leer estas mini vacaciones de Semana Santa.

- Prótesis, de Andreu Martín. Libro leído y reseñado en el blog, pero que no tenía en mi poder, lo leí en su día en una edición viejísima de la biblioteca. Y es un libro de esos que todo amante del género debe poseer y que no es nada fácil de encontrar. Espero que Andreu me lo dedique en cuanto tenga ocasión.

- Fortunas y adversidades de Sherlock Holmes y Los secretos del gran Gervasio, de Carlos Pujol. De momento os dejo con la intriga y no os digo más de estos libros. Ya os comentaré cuando los reseñe.

- Esquizofrenia, de Fredric Brown. Una edición vieja no, viejísima, nada menos que de 1956, una primera edición. A ver la traducción, pero la edición hizo que tuviese que ser mío.

- La cápsula del tiempo, de Miqui Otero. Una de las novedades de Blackie Books. Cuando vi esa portada emulando a los libros con los que crecí de Elige tu propia aventura no pude resistirme. Y a un precio fenomenal.

- Un hombre muerto y El teatro fatídico, de Ngaio Marsh. Una autora a la que tengo ganas de leer desde hace mucho. Ediciones muy viejas pero con mucho encanto. A ver qué tal el interior.

- Una mujer de recursos, de Elizabeth Forsythe Hailey. Los chicos de Libros del Asteroide sortearon varios ejemplares de este libro, y fui una de las afortunadas ganadoras. La reseña, muy pronto, porque el sábado por la mañana lo recogí en Correos y antes de terminar el fin de semana tenía la reseña escrita. 

Dentro de mis adquisiciones digitales:




Películas:

Aunque este mes tenía pensado ir bastante al cine porque en León teníamos un ciclo de cine en versión original, la escasez de tiempo también se ha notado aquí. Tendré que esperar a alquilar las películas para poder verlas en versión original. Algunas me niego a verlas dobladas...

- Satan meet a Lady, de William Dieterle (1936). Como hice una entrada sobre El halcón maltés, ahí la tenéis más desgranada, aunque esta versión en concreto poco tiene que desgranar. Muy poco recomendable:

- El halcón maltés, de John Huston (1941). No solo una adaptación brillante, sino también una película magnífica. Una de mis favoritas de la historia del cine, la he visto más de 30 veces. En el mismo enlace que antes os cuento algún dato de interés sobre esta versión:

- Marruecos, de Josef von Sternberg (1930). Que Sternberg adoraba a la diva, a la Dietrich, es un secreto a voces. Hay planes brillantes en esta película. Un drama romántico que merece la pena aunque nada más sea por ver a Marlene vestida de esmoquin y jugando con la ambigüedad de su sexualidad. Una joya que al menos hay que ver una vez en la vida.

- Mi vecino Totoro, de Hayao Miyazaki (1988). Miyazaki crea mundos y universos que en ocasiones ni entiendes ni sabes de dónde los saca, pero que consiguen enamorarte. Olvidas tus prejuicios y entras de lleno en ellos. Mi vecino Totoro es de corte más infantil que las otras que he visto suyas, pero aún así tiene momentos brillantes. El gato-bus es impagable, y el sueño de tumbarte sobre un animal mullido y gigante es único. Una película deliciosa y muy recomendable. 




Blacksad: un detective con instinto felino.

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Para los amantes del género negro clásico Blacksad es una delicia. Un detective encarnado en la piel de un gato: no puede sonar mejor. Blacksad es un detective clásico, con traje y gabardina, un tipo atractivo y seguro de sí mismo que consigue llevarse a las chicas de calle. Los creadores de este maravilloso personaje son Juan Díaz Canales (como guionista) y Juanjo Guarnido (como dibujante). Las historias que nos cuentan son autónomas y autoconclusivas, se pueden leer en cualquier orden y de forma independiente. Este es el primer cómic de ambos autores, los cuales provienen del mundo de la animación (Díaz Canales era director artístico en un estudio madrileño y Guarnido trabajaba como animador para Disney).

Por si alguien no conoce estos cómics, están ambientados en Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, en los años 50. La principal característica es que todos los personajes son animales. Pero animales retratados de forma antropomorfa. Los personajes visten como humanos, las mujeres tienen curvas y voluptuosidades a la manera humana... Por supuesto, la elección de las razas de los animales no es arbitraria. Así, encontramos a una hiena abogado tratando de seducir a una pobre cervatilla, a un policía representado por un sabueso, o a un cocodrilo asesino a sueldo.

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Como lectora de cómics soy una completa novata. Pero hay algo que dentro de mi inexperiencia en el tema me ha llamado la atención respecto a otros cómics más orientados para adultos, como es este. La mayoría de los que he leído en estos últimos años tienen una preferencia por el uso del blanco y negro para plasmar sus historias. Trazos poderosos y dibujos impactantes. Quizá privando de color al dibujo se busca que prime aún más la historia, no lo sé. Sin embargo, en Blacksad el uso del color es algo que ya llama la atención desde el primer volumen. Escenas sombrías colmadas de grises, viñetas amarillas por la luz de las velas, tramas en azul para plasmar un cambio cronológico con un flashback, el verde de las lámparas de un local nocturno. La ambientación conseguida a través del color aporta musicalidad a la historia, la dota aún de mayor significado. Me ha recordado al uso que hace Paco Roca en El invierno del dibujante, coloreando cada estación del año de un color diferenciado.

Otra de las cosas destacables es la narración con viñetas mudas, sin texto, simplemente con imágenes que van de lo general a lo particular, como un enfoque de cine que pasa de un plano general a un primer plano, centrando la atención en aquello que quieren que no se te pase por alto. Son treméndamente gráficas y descriptivas y demuestran el valor que consiguen con la narración visual.

Debido a su corta extensión, no quiero desgranalos demasiado para no destripar toda la esencia de estas historias, pero al menos sí os contaré de qué trata cada una de ellas:

#1. Un lugar entre las sombras. Una famosa estrella de cine de Hollywood aparece asesinada. Parece ser que en el pasado fue la chica de nuestro protagonista, John Blacksad. Investigará su muerte a partir de la búsqueda de su última pareja, tipo que también ha desaparecido. Impactante uno de los planos cenitales que encontramos en una de las páginas de la historia.

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Blacksad #1

#2. Artic-Nation. Mi favorito de los 5. Una historia sobre racismo y nazismo plasmado a través del color del pelaje de los animales. No olvidemos que Blacksad es un gato negro, y esto le traerá alguna complicación. Todo surge a partir de la contratación de nuestro detective para que busque a una niña negra secuestrada. En esta historia conocerá a una garduña periodista que ya será un personaje habitual en las historias de Blacksad.

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Blacksad #2
#3. Alma roja. Reflejo de la caza de brujas de McCarthy y de las tensiones de la guerra nuclear. Secretos de estado, fórmulas matemáticas escondidas y propaganda política componen esta historia. Magnífico el guiño del personaje de Alma Mayer.

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Blacksad #3

#4. El infierno, el silencio. Viajaremos a Nueva Orleans a buscar a un músico de jazz adicto a la heroína. El viejo que le contrata es un enfermo desahuciado que trata de sobrevivir gracias a la magia negra de una bruja. Es el volumen en el que más me ha impactado el uso del color que os comentaba, haciendo que las imágenes cobren vida propia.
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Blacksad #4

#5. Amarillo. Homenaje a la Ruta 66, a las harleys y a los cadillacs. En esta ocación, Blacksad comienza trabajando de chófer y se termina involucrando en la resolución de un asesinato. Carreteras polvorientas y circos ambulantes hacen el resto.

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Blacksad #5
Como veis, la acción no falta en las historias de Blacksad. No solo son unos cómics con un dibujo magnífico y algunos chistes brillantes, sino también con un buen guión que hacen que te encariñes del personaje a las pocas páginas.

Por si aún no os he convencido, hace pocos meses Norma Editorial sacó a la venta un volumen con las 5 primeras entregas de este cómic. Una edición para coleccionistas que merece la pena tener, ya que es un deleite recorrer el dibujo y las páginas de estos libros.

Por si seguís sin estar convencidos, os copio todos los premios que según Wikipedia se han llevado los primeros cuatro volúmenes:

Blacksad 1:

Premio Autor Revelación por el Salón del Cómic de Barcelona 2001.
Premio Mejor Álbum por el Salón del Cómic de Barcelona 2001.
Premio Interfestivals del Festival de Audincourt.
Premio Colombe del Festival de Lys Lezz Lannoy.
Premio al Mejor Álbum en el festival de Amiens.
Premio Némo del Salón del Cómic de Maisons Laffitte.
Premio de la Recontre del Festival de Roeux.
Premio Diario de Avisos al Mejor Dibujante de Historieta Realista.
Premio Eisner al mejor pintor/artista multimedia, 2011.

Blacksad 2:

Premio "Coup-De-Coeur" en el Festival de Lys-Lez-Lannoy 2003.
Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Cómics de Sierre (Suiza) en 2003.
Premio IVÀ al Mejor Historietista Profesional en la Muestra de Cómic de Cornellà en 2003.
Premio Harvey al Mejor Álbum 2005.
Premio Mejor Dibujo en el Festival de Angoulême 2005.
Premio del Público al Mejor Álbum en el Festival de Angoulême 2005.

Blacksad 3:

Premio Mejor Álbum en el Salón del Cómic de Barcelona 2006.
Premio Mejor Dibujo en el Salón del Cómic de Barcelona 2006.

Blacksad 4:

Mejor Álbum, Mejor Guionista y Mejor Dibujante en Expocómic de Madrid, 2010.
Premio Eisner al mejor pintor/artista multimedia, 2013.

Premio Eisner a la mejor edición de material internacional, 2013.



Título: Blacksad 1. Un lugar entre las sombras.
Autor: Juan Díaz Canales. Juanjo Guarnido.
Editorial: Norma.
ISBN: 9788484312451.
Páginas: 48.
Precio: 12€

Título: Blacksad 2. Arctic-Nation.
Autor: Juan Díaz Canales. Juanjo Guarnido.
Editorial: Norma.
ISBN: 9788484317326.
Páginas: 56.
Precio: 15€

Título: Blacksad 3. Alma roja.
Autor: Juan Díaz Canales. Juanjo Guarnido.
Editorial: Norma.
ISBN: 9788498144222.
Páginas: 56.
Precio: 15€

Título: Blacksad 4. El infierno, el silencio.
Autor: Juan Díaz Canales. Juanjo Guarnido.
Editorial: Norma.
ISBN: 9788467903010.
Páginas: 56.
Precio: 15€

Título: Blacksad 5. Amarillo.
Autor: Juan Díaz Canales. Juanjo Guarnido.
Editorial: Norma.
ISBN: 9788467914252.
Páginas: 56.
Precio: 15€

Una mujer de recursos, de Elizabeth Forsythe Hailey

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Una mujer de recursos es una novela poco convencional. Para empezar, por el formato escogido: se trata de un libro epistolar en que toda la narración está contada a través de cartas, telegramas y similares.  En segundo lugar, porque estamos ante una obra de ficción, pero solo relativamente; la autora se inspiró en la vida de su abuela para escribirla, y aunque se trate de ficción hay mucho de cierto en la historia que nos cuenta.

La elección de la narración a través de las cartas es una herramienta fabulosa para lo que quiere transmitir la autora. No solo es una narración más sencilla y sin tantas herramientas estilísticas, sino que es mucho más íntima al estar todo contado a través de los ojos de nuestra protagonista en unas cartas en que abre su corazón a veces a las personas más insospechadas. Y es que la intimidad que te proporciona un papel en blanco a veces es un mecanismo fabuloso para volcar en él tus sentimientos.

Finalistas de los Premios Literarios de la Semana Negra 2015

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A más de uno le sorprenderá ver esta entrada tantos días después de que se anunciasen los finalistas de los premios que se entregan en la Semana Negra de Gijón. Seguro que los seguidores de esta semana negra tan especial y longeva (este año celebran la edición número XXVIII) ya habéis fisgado a ver quiénes son los nominados, si habéis leído sus libros, si les conocéis... 

Esta entrada es un propósito personal. Los que seguís el blog desde hace tiempo sabéis que me he vuelto una fanática de este tipo de eventos, y que siempre que tengo ocasión me escapo al que pueda. El año pasado ya me leí los 5 nominados al Premio Hammett, y este año quiero hacerme el propósito de ir más allá. Mi intención es leer y comentar en el blog cada uno de los libros nominados a alguno de los premios que se otorgan en la Semana Negra de Gijón. Aún tengo serias dudas con alguna categoría, especialmente con la de novela histórica. Así que no prometo nada, pero de este modo me "obligo" un poquito a cumplir mi propósito.

Esta entrada también quiero que sirva para enlazar todas las reseñas, y que pueda servir de guía para que consultéis y veáis qué pinta tienen los nominados y poder hacer vuestras propias conjeturas sobre quién ganará cada premio. ¿Qué os parece? ¿Tiene buena pinta o no?

Sin más, os dejo con la lista que se publicó hace unos días en la web de la propia Semana Negra, donde nos van informando de los autores invitados y soltando información de vez en cuando para ir despertando el gusanillo.


Premio Dashiell Hammett a la mejor novela de género negro publicada en el año 2014. Finalistas:

- Yo fui Johnny Thunders, de Carlos Zanón. RBA.
- Todos los buenos soldados, de David Torres. Editorial Planeta.
- Fantasmas del desierto, de Guillermo Orsi. Editorial Almuzara.
- Un millón de gotas, de Víctor del Árbol. Ediciones Destino.

Premio Memorial Silverio Cañada a la mejor primera novela de género negro. Finalistas: 

- El oro de Berlín, de Jorge Yaco. Del Nuevo Extremo.
- Vertedero, de Manuel Barea. Lengua de Trapo.
- Londres después de medianoche, de Augusto Cruz. Seix Barral.

Premio Rodolfo Walsh a la mejor obra de no ficción de género negro. Finalistas:

- Escrito en negro, de Martín Olmos. Pepitas de Calabaza.
- Chicas muertas, de Selva Almada. Random House Mondadori.
- El crimen de Asunta, de Cruz Morcillo. La Esfera de los Libros.

Premio Espartaco a la mejor novela histórica. Finalistas:

- El reino de los hombres sin amor, de Alfonso Mateo-Sagasta. Editorial Grijalbo.
- La sombra de otro, de Luis García Jambrina. Ediciones B.
- Todo llevará su nombre, de Fermín Goñi. Roca Editorial.

Premio Celsius a la mejor novela de ciencia ficción y fantasía. Finalistas:

- El imperio Yegorov, de Manuel Moyano. Anagrama.
- Iris, de Edmundo Paz Soldán. Editorial Alfaguara.
- Los últimos, de Juan Carlos Márquez. Editorial Salto de Página.


Un millón de gotas, de Víctor del Árbol

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Cuando comencé a colaborar con Fiat Lux era más que novata (aún lo soy, de hecho) en el tema de las colaboraciones, y alguna de las reseñas que publiqué en su web están enlazadas en mi lista de la pestaña "Biblioteca" pero no se llegaron a publicar aquí ni siguiera parcialmente. Hace unas semanas los fans y amigos de Víctor del Árbol nos llevamos un alegrón a ver que había sido nominado para el Premio Hammett 2015. Y esa alegría se volvió a repetir esta semana al concederle el Premio "Pata Negra" concedido por Salamanca Negra. Esto me dio la excusa perfecta para recuperarla.

Con esta entrada arranco las reseñas de los nominados a los Premios de la Semana Negra 2015. En la entrada de ayer tenéis enlazada la reseña de "Te quiero porque me das de comer" de David Llorente que colgué por aquí hace ya un año casi.



Zinóviev aparece asesinado. No solo asesinado, despellejado, con los testículos en su boca y la foto de un niño incrustada en el pecho con una pistola de clavos. La foto de ese niño es la de Roberto, el hijo de Laura, un niño que fue asesinado según todos los indicios por Zinóviev. Debido a esto y a que las esposas con las que estaba esposado eran de Laura, la convierten en la principal sospechosa. Laura era policía, llevaba tiempo queriendo destapar una red de mafia rusa, la Matrioshka, y su empeño fue tan lejos que le hizo perder a su hijo por el camino. Para colmo, el cuerpo de Laura aparecerá poco después tras su suicidio.

Este comienzo que te deja sin respiración ya ves que es una declaración de intenciones. La búsqueda de quién asesinó realmente a Zinóviev es solo una de las líneas argumentales de la novela. Afortunadamente tenemos otras más amables, como la historia de Gonzalo, el hermano de Laura y la historia de su familia. Claro, más amables en apariencia. Porque según vas pasando las páginas el dolor vuelve a agolparse capítulo tras capítulo.

La novela está narrada en dos tiempos. Por un lado, la época actual, año 2002, con la historia de Laura y de Gonzalo. Por otro lado, un amplio abanico de años que arrancan en 1933 con el viaje a Moscú del padre de Laura y Gonzalo, Elías. Con Elías iremos recorriendo el paisaje europeo, en especial el ruso, en los años más duros y desgarradores de la historia europea. 

Como en libros anteriores, las novelas de Víctor son novelas de personajes. Ellos son los que llevan el hilo argumental, los que transmiten emociones y sensaciones al lector, haciéndote empatizar con algunos y odiando a otros. Uno de los recursos que más me han fascinado es que te muestre las dos caras de la moneda de los personajes para que seamos nosotros los que decidamos si ese personaje nos es favorable o no. Por lo tanto, eso implica un esfuerzo mucho mayor por parte del autor, mostrando los hechos y quedándose un poco al margen para dejarlo todo en manos del lector. O al menos, haciéndonos creer eso.

Las novelas de Víctor me resultan especialmente duras. Con Respirar por la herida lo pasé realmente mal, dejando muchos días de distancia entre la lectura de unos capítulos y otros. Con esta me ha pasado lo mismo, un mes he tardado en poder leerla y asimilarla. Quizá soy demasiado sensible o quizá toca aspectos humanos que me afectan especialmente, no lo sé. Solo sé que me resulta imposible asimilar tantas emociones de golpe, necesito hacerlo poco a poco y en días que el estado de ánimo sea el adecuado. Y eso que mucha de la crudeza que trata está camuflada, dulcificada, y en algunos casos solamente tocada de puntillas. Pero en muchas ocasiones la imaginación es peor que el conocimiento de la verdad abierta.

Como ya han dicho muchos, quizá sea una novela negra menos negra que las anteriores. La parte histórica tiene un peso enorme en la novela, comiéndose casi la trama negra. Pero es que las partes de novela negra son brutales. Las últimas 100-150 páginas son de esas que te dejan sin aliento, con un nudo en el pecho y sufriendo por pasar cada página.

Las novelas de Víctor son de esas novelas que dejan huella durante mucho tiempo. De esas que te vienen a la cabeza cada pocos días, de las que recuerdas cómo te sentiste al leer un determinado pasaje, una determinada parte de la historia. Aunque se sirve de tramas policíacas para contarnos lo que quiere, lo más negro que nos transmite siempre es el dolor de sus personajes, sus pérdidas, sus silencios, sus sufrimientos. Y encima lo consigue con un uso de la pluma magistral: la construcción de los personajes, esas historias tan medidas y complejas, esa narrativa con decenas y decenas de frases para subrayar y recordar...

Espero que con esta novela por fin le llegue el reconocimiento que se merece en su propia tierra, porque en el extranjero hace tiempo ya que descubrieron que Víctor es uno de esos escritores que pasarán a la Historia de la Literatura, así, con mayúsculas.




Título: Un millón de gotas.
Autor: Víctor del Árbol.
Editorial: Destino.
ISBN: 978842334813
Páginas: 700
Precio: 19,90€

Santuario, de William Faulkner

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Es curioso cómo los libros llegan a uno. O uno a los libros, según el punto de vista de cada uno. Yo soy muy partidaria de pensar que determinados libros vienen a nosotros. Sea porque alguien nos habla de ellos, sea porque alguien nos los regala, o sea porque acabas llegando a ellos porque otra lectura te los descubre. Santuario llegó a mí porque ha ido apareciendo en repetidas ocasiones en ensayos de novela negra. Se publicó en 1931, la misma época por la que Dashiell Hammett publicó sus afamadas novelas, y buscaba una cierta comparación, ver qué se hacía en los mismos años pero con un estilo muy alejado de lo que se conocen como novelas hard-boiled.

Hay un montón de anécdotas acerca de esta novela. Una de ellas es que la novela fue escrita en 1929 porque Faulkner intentar ganar algo de dinero, ya que tras el crack bursátil de ese año el panorama era desolador. Quizá debido a esa intencionalidad nada ligada a la literatura Faulkner no le tenía especial cariño a esta novela (aunque no debemos olvidar que esos señores que escriben las bellezas con las que nos deleitamos llamadas libros también respiran y se alimentan, cuando les dejan. Por lo que es muy lícito escribir una novela con la simple intencionalidad de vender). Se dice que la escribió pensando en el gran público, en crear la historia más atroz que pudiera contar, no en la escritura en sí. Y sí, el resultado fue tan espeluznante en cuanto a contenido se refiere, que su editor se negó a publicarla hasta 1931 tras una seria revisión. Pese a esos cambios, para nuestra suerte parece ser que la esencia de la historia se mantuvo.

Bajo la aprobación de Faulkner o no, hay que reconocer que la novela es una obra maestra. No solo por la historia que cuenta, que también, como por la forma de estar contada. Jamas una violación había sido tan digna de ser leída.

Estamos en el sur de los Estados Unidos: polvo en el camino, casas aisladas en medio de la nada con porches desde los que contemplar las plantaciones, los graneros, los establos. La novela arranca con el personaje de Horace Benbow, un abogado de viaje camino de Jefferson que se topa con Popeye en un manantial. Popeye se llevará a Horace a la casa, esa casa que oculta una destilería ilegal, esa casa en torno a la cual girará toda la historia. Popeye avisa a la mujer de la casa de que habrá alguien más a cenar, mientras tres hombres más ocupan uno de los extremos del porche. Se sentarán en torno a una mesa hecha con tres tablones clavados sobre dos caballetes, y Horace, el forastero, amenizará la velada con sus historias.

Como en una partida de dominó en que unes una pieza con la siguiente, este arranque enlazará con otra historia, que a su vez enlazará con otra. De un personaje pasamos al siguiente, y Faulkner los irá entretejiendo, haciendo que las historias vayan casando y cobrando sentido. Nos presentará a Temple Drake, la desvergonzada hija de un juez. A Ruby, una esposa sufridora y fuerte como nadie. A Horace Benbow, un hombre justo y defensor de la verdad. A Lee, un hombre acusado de un delito que todo indica que no cometió.

Así, de presentarnos los personajes que viven en esa casa, pasamos a la presencia por un accidente de coche de Temple y su novio Gowan. Una muchacha joven y bonita en una casa rodeada de hombres que resultan siniestros. Tan solo Ruby, la mujer, intentará echarle una mano a Temple más movida por el miedo a que su marido quiera algo con la muchacha que por altruismo. Ni siquiera Gowan tratará de ayudarla, más preocupado de conseguir alcohol de la destilería de Lee que del bienestar de la muchacha.

Quizá lo mejor de la novela sea lo subliminal de todo lo que nos cuenta, dando leves pinceladas, introduciendo elementos que te hacen sospechar lo que ha sucedido pero sin contarlo de un modo abierto y rotundo. Te preguntarás si lo has comprendido bien, si de verdad ha sucedido eso que crees... y con la lectura irás descubriendo que sí, que las monstruosidades que imaginas han sucedido en la historia. 

Santuario no es una novela compleja de leer, no usa un lenguaje abigarrado o unas estructuras enrevesadas. La narración fluye como un río, las páginas pasan sin darte cuenta, y te sorprendes al descubrir que disfrutas con una historia tan dura y tan cruel. Los personajes están exquisitamente dibujados, representados tanto por las descripciones del narrador como por su forma de hablar y actuar. Es una de esas novelas para leer sin prisa (valga la redundancia), para paladear, para acariciar sus palabras, para subrayar, para leer una y otra vez. 

Cuando terminas de leer Santuario y cierras sus páginas, lo haces con el respeto de haber leído una obra maestra, de ser un privilegiado por que ese libro haya llegado a ti de un modo o de otro. Y lo posas sobre la mesa como lo que es, un santuario.



Título: Santuario.
Autor: William Faulkner.
Editorial: Alfaguara.
ISBN: 9788420406763.
Páginas: 320.
Precio: 17,50 €

III Concurso Internacional de relato Bruma Negra

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¡Amantes de lo negro-criminal! Se hace saber, que tenemos concurso de relatos avalado por la gran revista digital y referente del género Calibre 38. Creo que en las bases queda todo bien clarito, así que no me enrollo. En caso de ruegos, preguntas o dudas, podéis poneros en contacto con Ricardo Bosque (@ricardo_bosque) para que os las aclare (punto38@gmail.com)


El Ayuntamiento de Plentzia, en colaboración con la revista digital Calibre 38, convoca el III Concurso Internacional de Relato Bruma Negra, de acuerdo con las siguientes
BASES:
1. Podrán participar personas mayores de 18 años, sin importar su nacionalidad o país de residencia, siempre y cuando el relato esté escrito en lengua castellana.
2. La temática será negra, de intriga o policiaca, con el mar como elemento integrante del relato.
3. Se presentará un solo trabajo por autor o autora, quien firmará con seudónimo. Su extensión deberá ser de un mínimo de 1.000 palabras y un máximo de 3.000, título, citas y seudónimo incluidos. Tanto el título del relato como el seudónimo deberán aparecer en la primera página de la obra.
4. Los relatos, que deberán ser originales e inéditos y no habrán sido premiados con anterioridad, se enviarán por correo electrónico a la dirección relatosbrumanegra2015@gmail.com, con las siguientes condiciones:
– En el asunto del mensaje deberá escribirse “Concurso de Relato Bruma Negra”.
– El mensaje electrónico solo incluirá dos documentos adjuntos en formato Word:
a) Uno (nombrado con el título del relato más el seudónimo) con el relato, que incluirá el título y el seudónimo en la primera página.
b) Otro (nombrado únicamente con el seudónimo) incluirá el título de la obra y los datos personales del autor o autora: nombre y apellidos, DNI o pasaporte, dirección completa, ciudad y país de residencia, teléfono de contacto, dirección de correo electrónico y una breve biografía (máximo 200 palabras).
5. Si alguna obra no cumple con alguna de las bases señaladas anteriormente, el jurado tendrá derecho a eliminarla del concurso.
JURADO y FALLO

6. La composición del jurado se dará a conocer durante la celebración de los III Encuentros Bruma Negra, que tendrán lugar en Plentzia (Bizkaia) el 10 y el 11 de julio de 2015. En su clausura se dará a conocer el nombre de la persona ganadora del concurso de relatos. Una vez fallado este, se publicará el acta del jurado en la web del Ayuntamiento de Plentzia y en la revista digital Calibre 38 (revistacalibre38.wordpress.com). El fallo se comunicará también por correo electrónico a la persona ganadora.
PLAZOS

7. El plazo de admisión de trabajos se abrirá el 9 de abril de 2015 a las 00:00 y se cerrará el 31 de mayo a las 23:59.
PREMIOS

8. El jurado seleccionará cinco relatos para publicar una antología en formato digital en la web de la revista digital Calibre 38. Además, el relato ganador recibirá un premio en metálico de 300 euros.

Programa del III Encuentro Criminal Las Casas Ahorcadas (23-27 abril)

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Ya no queda nada. Este próximo fin de semana partiré rumbo a Cuenca a mi segundo encuentro de las Casas Ahorcadas, el tercero para ellos. Como ya os conté aquí el año pasado, uno de los más especiales que se celebran en nuestro país. No solo porque la mente pensante que está tras todo esto es un gran amigo mío al que adoro, que también, sino porque parte de la creación de un Club de Lectura y eso hace que sea completamente diferente al resto. 

Los autores asistentes son siempre autores leídos en el Club, por ello se comentan los libros con total libertad y en ocasiones destripando los libros soltando spoilers por doquier. Más que un encuentro negro-criminal, es un encuentro entre amigos. Y esa es la clave del cariño que todos sentimos por Sergio.

Como novedades, es que este año, además de novela y música como en la entrega anterior, añadimos poesía y hasta una especie certamen de chistes que promete un rato más que divertido. Si vais a estar por los alrededores de Cuenca, o estáis dispuestos a hacer kilómetros como es mi caso, os aseguro que os merecerá la pena.

Sin más, os copio el programa que colgaron hace unos días en el blog de las Casas Ahorcadas, donde podréis encontrar alguna reseña de libros, de películas y hasta algún relato.


23 de abril

Prólogo: El Día del libro criminal.

 
Salón de actos del palacio provincial de la Diputación de Cuenca.

 


19:00

Cuenca Science Investigation: El robo del Beato de Liébana y otros casos de patrimonio artístico.
Conferencia del subteniente conquense Jesús Pastor, escritor y jefe de prensa de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, a la que pertenecen Bevilacqua y Chamorro en la ficción.


 
20:00  

 Presentación de “La novela negra española: Homenaje a Ángel Luis Mota.”
Con Mª Carmen Utanda, presentado por Marta Segarra, editora, y Sergio Vera, prologuista.


 
Viernes 24 Abril

 
C.R.A. San José de Calasanz, Palomares del Campo.

 9:30  

Encuentro de Jon Arretxe con los alumnos de tercer ciclo. 


 
Salón de actos del palacio provincial de la Diputación de Cuenca.

 
18:00

Inauguración del III Encuentro de novela criminal las Casas Ahorcadas por el Presidente de la Diputación de Cuenca D. Benjamín Prieto, y la Vicerrectora de cultura y extensión universitaria de la Universidad de Castilla la Mancha, Dña. María Ángeles Zurilla.


 Pregón de Víctor del Árbol.  Tormo Negro 2013, presentado por Sergio Vera y el acompañamiento  musical del escritor y cantante Jon Arretxe.

19:00

 Crónica de una muerte informada: pasado, presente y futuro del periodismo de sucesos  en España.
Con la escritora Rosa Ribas,  y el periodista de sucesos Javier Manzano, entrevistados por el periodista y escritor Javier Márquez Sánchez.


 
20:00

35 años de Prótesis: homenaje a Andreu Martín.
Con el maestro Martín, sus discípulos aventajados, Alexis Ravelo y Paco Gómez Escribano, y el último de la clase: Sergio Vera. 


 21:00.

Detectives en serie: 50 años de Plinio, el Maigret de la Mancha.
Conferencia a cargo de Carlos Bassas, escritor y guionista del documental sobre X-films, productora de la serie.


Ronería de la Habana.

24:00

 Per-versos con nocturnidad y alevosía.
Recital poético -criminal, a cargo de Carlos Salem y Carlos Zanón.


1:00

¿Humor negro o criminal?: duelo de chistes en Crime City.
Los invitados toman el micro y se sueltan la melena.


 

Sábado 25 Abril

 
Sala azul del palacio provincial de la Diputación de Cuenca.

 12:00

Asia es un misterio: Cuentacuentos “Hacia la gran Muralla”.
Por su autor, Jon Arretxe. Recomendado a partir de 12 años. 


 
Salón de actos del palacio provincial de la Diputación de Cuenca.

  11:30

Esto con Franco sí pasaba: novela negra y dictadura.
Los escritores Víctor del Árbol  y Rosa Ribas, torturados por el juntaletras Jerónimo Tristante.
 

12:30

3 años sin Merinero: Réquiem por un asesino español.
Con David Pérez Merinero, hermano y editor de la obra póstuma del maestro, y los apóstoles merineristas Javier Manzano y Sergio Vera.
 

13:30

Escritores con placa: los polis declaran   de oficio.
Los escritores-maderos, Pere Cervantes y Rafael Melero, testifican sobre algunas investigaciones reales.


17:00

Ya hay que tener humor para hacer una mesa redonda a una hora tan criminal. 
Con los incombustibles Rosa Ribas, Carlos Salem, Jon Arretxe y Paco Gómez Escribano, a punta de pistola de Sergio Vera.
 
18:00 
 Negra y  juvenil: No todos los detectives para adolescentes se llaman Flanagan.
Con los corruptores de lectores  Andreu Martín, Alexis Ravelo y Julián Ibáñez, azuzados por Sergio Vera.


19:00

La Crimipedia: Todo lo que siempre quiso saber sobre el género y nunca se atrevió a preguntar.
 Conferencia sobre “La novela negra en el mundo”, a cargo de su autor, Paco del Río.
 

20:00
 El año del pollito: El canario de los huevos de oro.
Alexis Ravelo recibe  el Tormo Negro, y canta sus últimos delitos a  Sergio Vera.  
 
21:00

Detectives en serie: Víctor Ros, el Sherlock Holmes español. 
Jerónimo Tristante, padre del personaje,  conversa con el escritor y guionista Carlos Bassas sobre el proceso de adaptación de una novela a la pequeña pantalla.


 

Domingo 26 Abril


Salón azul del palacio provincial  de la Diputación de Cuenca.

 
12:00
Taller infantil de creatividad literaria.

Por Carlos Salem, autor de la serie infantil “El hijo del tigre blanco”. Recomendado a partir de 12 años. 


 Salón de actos del palacio provincial de la Diputación de Cuenca.

  11:00 
35 años de “Triple dama”: Homenaje a Julián Ibáñez.
Con el maestro Ibáñez, y los sicarios incondicionales Andreu Martín, Carlos Zanón  y Paco Gómez Escribano. 

 12:00
Maderos con pluma: Redada policial en la ficción criminal ibérica.
Con los escritores-maderos  Pere Cervantes y Rafael Melero, interrogados por el ex-mosso, retirado por la pluma, Víctor del Árbol. 13:00
Novelas del otro barrio: Putas, yonquis y rock and roll.
Con los cuervos Carlos Zanón, Jon Arretxe y Paco Gómez Escribano, domados por  el periodista Javier Manzano.  


14:00

Ceremonia musicriminal de Clausura.
 Por los escritores-orquesta Javier Márquez Sánchez y Paco Gómez Escribano.


 
Lunes 27 de abril.

 Epílogo:

El Tormo Negro en  la provincia del crimen.

 Encuentros con Víctor del Árbol, Tormo Negro 2013, y premio a la mejor novela negra europea 2012.


 12:30

Biblioteca Universitaria del Campus de Cuenca.

 18:30

Biblioteca de Belmonte.

Las aventuras de M. Vieux Bois, de Rodolphe Töpffer

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Quien crea que la piratería es un tema relativamente actual, está muy equivocado. No es necesario disponer de un ordenador o de aparatos relativamente modernos. Como prueba, tenemos la obra Las aventuras de M. Vieux Bois de Rodolphe Töpffer.

Töpffer está considerado como el padre de lo que conocemos como historietas o cómics modernos. Y estamos hablando de un suizo que nació en 1799. Aunque muchas de las características de los cómics que podemos ver actualmente en las librerías provienen de las introducciones que los americanos hicieron en el género, es indiscutible el papel de los europeos en el nacimiento de las tiras cómicas. Aunque siempre podemos remontarnos a los tiempos anteriores a la imprenta, fueron fundamentales para el surgimiento del cómic las caricaturas de los humoristas gráficos ingleses del siglo XVIII, tales como el conocido Isaac Cruikshank. A finales del siglo XVIII uno de los avances en los procedimientos de impresión ayudaron a la difusión de este tipo de expresiones gráficas: el descubrimiento de la litografía.

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Nacimiento de un lector - Día del Libro 2015

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En casa de mis padres apenas había libros. Recuerdo que desde siempre había una colección con una encuadernación muy lujosa de los ganadores del Premio Planeta, tres tomos enormes de la Biblia, una enciclopedia que mi padre recopiló fascículo a fascículo (y que leyó entera mientras recopilaba los fascículos durante años), y alguna que otra cosa más desperdigada. En cuanto a libros infantiles, gracias a la pasión de uno de mis hermanos por el cómic sí que teníamos todos los del Capitán Trueno, pero eran intocables para las manos pringosas de una niña pequeña. Algún cómic más había de Zipi y Zape, de Mortadelo y Filemón, de Carpanta (que era mi preferido) e incluso más tarde llegaron un par de ellos de Mickey y Donald. Mis padres apenas fueron a la escuela, y aunque saben leer y escribir, en aquellos años poco más que el periódico veía leer en mi casa. Ni a mis padres ni a mis hermanos.

No había cuentos ni libros infantiles. Ni falta que hacía. Mi padre siempre ha sido un cuentacuentos maravilloso. Nunca me leyeron cuentos al ir a dormir, pero mi padre me hacía relatar con él decenas de historias populares cuando dormíamos juntos la siesta los domingos. "¿Y qué hizo el lobo cuando los cerditos se encerraron en la casa de ladrillo?". "¿Qué le decía la cabritilla al lobo cuando llamaba a la puerta?" Una forma maravillosa para aleccionarme a que no abriese la puerta a extraños cuando tenía que quedarme algún rato sola.

Algunos años después llegó el Círculo de Lectores a nuestra casa. Con ellos llegaron los clásicos que fueron llenando un poco más esas estanterías colmadas de fotografías y recuerdos de bodas y bautizos. El Quijote, el Lazarillo, el Cantar de Mío Cid, la Celestina, el Cantar de Roldán... Algún libro más había en casa, pero aparte de lo atractivo de las ediciones, nada más me atraía de esos libros: el castellano antiguo me sonaba aún demasiado incomprensible.

Sin embargo hubo un día mágico, un día de Reyes que cambió mi forma de ver los libros. Mi madrina aquel año dejó aparcadas las muñecas y los juguetes infantiles por dos libros: La tribu perdida y Patrulla espacial, entregas 24 y 25 de la colección "Elige tu propia aventura". Y no es que tenga una memoria portentosa, es que tengo esos dos libros justo en mis manos ahora mismo. Porque, por supuesto, los conservo.

El día que abrí aquel regalo, no solo desempaqueté dos montones de hojas, sino también una ventana. Descubrí que un libro podía ser algo más que conocimiento, que podía haber emoción, aventura, divertimento. Y lo descubrí del mejor modo posible para una niña: jugando. Tenía una libreta en la que iba apuntando las diferentes páginas que escogía a medida que los leía, y remarcaba aquellos finales que más me habían gustado para releerlo, los que más me habían emocionado, o los que más me habían decepcionado por haber escogido mal. Releí esos dos libros cientos de veces, pero aún así están en perfecto estado. 

Por supuesto quería más, ansiaba más aventuras como las que me descubrieron aquellos dos libros, pero no había demasiado presupuesto para ocio en casa. En ese momento surgió mi culto al libro como objeto. La sección de librería de las grandes superficies no siempre es tan mala como puede parecer. Cuando íbamos a visitar a mi abuela a las afueras de la ciudad, aprovechábamos el paseo para ir a un hipermercado, el primero que tuvimos en León. Mientras mi madre recorría sus pasillos seleccionando artículos que no encontrábamos en la tienda del barrio, yo me quedaba en la sección de libros, admirando los tomos, la textura de las encuadernaciones, los colores de sus portadas. Descubrí que había más mundo fuera de los pocos libros que yo conocía, que había libros ilustrados que no tenían por qué ser cómics, y que existía todo un mundo para todos los rangos de edades. Siempre ansiaba que me comprasen uno... pero nunca pudo ser.

Tiempo después descubrí que existían las bibliotecas más allá de la que teníamos en clase (de la cual, cada año me pedía ser la responsable. Ya de aquella tenía alma de bibliotecaria). El sacarme el carnet de la biblioteca fue mi primer acto ilegal en la vida: mi hermana y yo falsificamos la firma de mi madre para no tener que volver otro día a entregar el impreso de solicitud. Fuimos solas, y así siguió siendo el resto de mi vida. Ese ritual se convirtió en un gesto de madurez para mí: poder ir sola hasta allí (o con mi hermana, pero siempre sin adultos), seleccionar yo misma mis propias lecturas, responsabilizarme de aquellos libros que me llevaba a casa, tener que devolverlos en fecha para no tener sanción... Ya de aquella me encantaba pasarme horas escogiendo un libro que llevarme, recorrer una y otra vez cada una de las estanterías, admirar las portadas, memorizar los títulos.

Aún recuerdo como si fuese hoy el día en que un bibliotecario me dijo que ya sobrepasaba la edad para sacar libros de la sala infantil y que debía pasar a la de adultos. Nunca me molesté en comprobar si era cierto o si su intención era la de darme un empujoncito hacia libros más maduros. Pero pasé años sin atreverme a pisar la sala infantil, convencida de que no podía sacar libros de allí en préstamo. Aquel día entré en una sala colmada de estanterías mucho más altas, de libros mucho menos coloridos y de gente mucho más seria. No sabía ni por dónde empezar a buscar, todo aquello era nuevo para mí. Había libros de cocina, de jardinería, de religión, de medicina... Y novelas, muchas novelas.

No recuerdo cuál fue el primer libro que escogí allí. Sí sé que allí descubrí a Edgar Allan Poe, a Gustavo Adolfo Bécquer, los libros de teatro, a Agatha Christie, a Sherlock Holmes, a Umberto Eco, las biografías de personajes ilustres, a Christian Jacq, El largo adiós, a Boris Vian, la poesía, Misery, a Wilt ... Todo sin orden ni concierto. 

Con los años me tocó intercambiar las lecturas obligatorias con las lecturas de placer. También así descubrí cuán placentera puede ser una lectura obligatoria si quien te la obliga a leer sabe infundir amor y pasión a ese libro. Descubrí que puedes presentarte a un concurso de relatos y quedar tercera, llevándote como premio un libro. Descubrí cuánto puedes aprender y disfrutar de un ensayo. Descubrí que me encantaba tomar notas de todo aquello que leía; hacer listas de libros que quería leer y de los que ya había leído; la satisfacción que me proporcionaba seleccionar y comprar un libro para leerlo y poseerlo como un objeto precioso; cuánto puedes llegar a desconectar de tu día a día, cómo de grande puede ser la satisfacción de perderse unas cuantas horas entre las páginas de un libro. 

He sido una lectora muy irregular durante años, con largas temporadas de sequía lectora y otras de voracidad por todo lo que tenía delante. Por eso entiendo que haya gente que prefiera otras actividades a la lectura, que la vayan relegando y aparcando por pereza o inapetencia. Pero es cierto que siempre he vuelto, de un modo o de otro. Mi racha lectora lleva años con una salud envidiable. Quizá no para los que leeréis esto y leéis muchos más libros que yo, pero sí es envidiable para mí, para esa personita que se hizo a sí misma como lectora, que fue descubriendo determinadas cosas en momentos precisos para llegar aquí a contaros esto. Por ello estoy convencida de que nunca es tarde, que algunos arrancan con 2 años, otros con 30 y otros con 70. Pero se puede empezar en cualquier momento, descubrir un libro que te sobrecoja el alma, una historia que te emocione, que te haga sonreír o disfrutar.

Por ello, hoy día del libro, os animo a que no desistáis en regalar libros, en abrir puertas, en buscar huecos y recovecos donde introducir emoción en la vida de alguien. Es cuestión de buscar y tener la suerte de acertar. Y no regaléis libros tan solo hoy. En cumpleaños, fiestas, aniversarios y sobre todo cuando ese libro os recuerde a esa persona especial para vosotros y creáis que le puede gustar. 


Yo fui Johnny Thunders, de Carlos Zanón

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Mr. Frankie vuelve al barrio de Barcelona que le vio nacer. Esa Barcelona que no sale en las guías para turistas, con ropa colgada de las ventanas y niños jugando en las calles. Esas calles donde es mejor no aventurarte de noche, ni aún siendo del barrio. Vuelve al domicilio familiar, con su padre. Y desde el momento que cruza el umbral, se convierte en Francis, en aquel muchacho conflictivo adicto a las drogas que sumió a su familia en una constante preocupación. 

Mr. Frankie llegó a actuar en el Màgic a finales de los 80. No fue nadie, pero era alguien. Durante mucho tiempo vivió cada día como si fuese el último, una vida al límite, sin miedo a nada. Y eso pasa factura. Por eso debe volver a su barriada con 50 años ya, a la casa de un padre que intentó ser buena persona pero no lo consiguió. Hay lugares que marcan nuestro carácter, y si quieres dejar atrás esa vida, debes dejar atrás el lugar que te vio nacer.

Francis está cargado de buenas intenciones. Tiene en pocas semanas un juicio, con su mujer, con sus hijos. Y necesita dinero, demostrar que puede hacerse cargo de ellos, que no tienen por qué pasarse la vida avergonzados de su padre. Que puede cambiar, levantarse temprano para currar cada día, llevar un sueldo a casa y ser una persona respetable. Pero no es tan fácil. Porque él fue Mr. Frankie. Porque fue alguien, fue rockero, tocó sobre un escenario y llevó una vida al límite. 

Estás loco.
Deberías haberte matado antes de los veinte.
Dormirías mejor ahora.

Le pide ayuda a su hermanastra Marisol para que le consiga un curro. Resulta que está liada con un pez gordo, don Damián, el dueño de un bingo y a su vez un hombre con contactos. El problema es que aparte de estar con don Damián, también está con Xavi, y eso por narices tiene pinta de acabar muy mal. Francis consigue un trabajo, empieza a llevar una vida normal, se acerca a su hijo mayor... Pero ese dinero que gana empieza a quemarle en el bolsillo.

Podría irse. Decir que se abre o mejor, largarse sin decir nada. Pero sabe que no lo hará. Ese estúpido e inquebrantable código de barrio de no echarse atrás. De aguantar más que el otro. Chutarse con lo que sea. Beber lo que se dice que no es posible beberse. Que nadie, en la calle, pueda decir que tú, precisamente tú, te rajaste.

Yo fui Johnny Thunders es una de esas novelas que te cuentan una historia miserable de una forma soberbia. Si alguien te dice de qué va la novela, y no sabes que tras lo que te cuenta está la pluma de Zanón, lo más probable es que salgas huyendo. Otra novela de desheredados, otra de barrio que tan de moda están ahora, otra de droga, otra de miseria. Pero empiezas a leer y te encuentras con una obra maestra. Por lo que te cuenta y por cómo te lo cuenta. Por el modo de narrar que escoge y por la forma de encadenar los hechos. Por esa alternancia entre Francis y Mr. Frankie, por plasmar dos formas de sentir en un solo cuerpo, en un solo ser. 

En Yo fui Johnny Thunders hay droga, alcohol, sexo, violencia y rock & roll. Suena todo muy arquetípico, pero no hay nada de eso, no se adapta a ningún molde establecido. En ningún momento sientes que es una novela de tantas, que ya has leído sobre eso, que no te cuenta nada nuevo. Es una de esas novelas que hacen que se te encoja el estómago, que empatices con el protagonista aunque hayas vivido toda tu vida en una zona pija, que entiendas las miserias y los fantasmas que colman las afueras. Y si eres de barrio aún es peor, porque conoces a mucha gente en esa situación, has visto caer a muchos por culpa de la droga, sabes de alguno que acabó en la cárcel, tus compañeras de colegio ya tenían 3 hijos cuando tú terminaste la universidad. Personas que siguen viviendo en la casa de sus padres, o como mucho a pocos metros de ellos, en esos distritos donde de noche se encienden menos farolas que en el resto, donde nunca asfaltan las calles, donde los pizzeros se niegan a repartir o donde el bus nunca pasa. Descampados con sofás y coches destartalados, pintadas en los muros, jeringuillas en los suelos y restos de condones usados.

Y a pesar de eso, la tentación, otra vez, la tentación. Ese me dan igual Dios, mis ojos, mi pueblo, mi libertad. Te quiero a ti. A ti. Quiero el tigre que escondes en tu cuerpo. Despertar con los labios de tu piel morena. Que el fin de los tiempos ocurra entre tus piernas y mañana ya hablaremos. El deseo es saber que si te vuelves a drogar, lo jodes todo, lo pierdes todo. Y, a pesar de eso, te vuelves a drogar.

Así es Yo fui Johnny Thunders, un espejo de esa parte de las ciudades que nadie quiere conocer, un reflejo de la forma de ser y de pensar de esas gentes que no aspiran a un futuro mejor porque saben que a ellos les está vetado. Y narrado de una forma magistral. Bravo, maestro. 



Título: Yo fui Johnny Thunders.
Autor: Carlos Zanón.
Editorial: Serie Negra. RBA.
ISBN: 9788490560082
Páginas: 320
Precio: 18€

Casas ahorcadas: tercera entrega criminal

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Una vez más, Juan Carlos Galindo ha tenido la generosidad y amabilidad de publicar mi crónica sobre unas jornadas negro-criminales en Elemental. Aunque no se desgrana charla por charla, creo que sí os podéis llevar una idea muy aproximada de lo que han sido. O eso espero al menos:


No puedo dejar de aprovechar la oportunidad una vez más de agradecer el cariño y las atenciones de los conquenses. Su espontaneidad y su cariño son abrumadores. Gracias a cada uno de los miembros del Club por acogerme como una más, y especialmente a Sergio Vera por organizar todo este tinglado.

Todos los buenos soldados, de David Torres

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En 1954 se produjo la famosa visita de Marilyn Monroe a los soldados combatientes de la guerra de Corea. La intención era animar a las tropas, que por un rato se olvidasen de por qué estaban allí: su país les había enviado a una guerra sangrienta y absurda para que muriesen por unos ideales que no eran suyos. Así se puede resumir esa guerra y todas las que acontecen en este absurdo planeta.

En 1957, sin desmerecer a la enorme Marilyn, Carmen Sevilla fue enviada en Nochevieja a Sidi Ifni para animar a los soldados en fin de año. Para que se sintiesen un poco menos solos, para que pudieran soñar con sus piernas, con su cuerpo, y olvidar que probablemente morirían en unos días, en unas semanas. También enviaron al grandísimo humorista Miguel Gila para cubrir otro tipo de entretenimiento, con ese humor tan negro sobre la guerra, contando verdades como puños y colocando en la palestra un tema tan delicado y molesto como es una contienda bélica. 

Este es el escenario que ha escogido de manera soberbia David Torres para ambientar una novela de trama criminal. Tal ha sido su osadía que el propio Gila se verá envuelto en el desarrollo de la historia hasta el punto de ser sospechoso de asesinato. Y es que en Sidi Ifni Gila se topará con el sargento Armendáriz, un insolente personaje que no solo es capaz de humillar a todo un capitán sino también de tratar de fusilar a nuestro humorista. Por este tipo de cosas no es una gran sorpresa cuando aparece el cadáver del susodicho Armendáriz al día siguiente. 

Así transcurrirá la investigación de ese asesinato, entre fiestas navideñas cargadas de calor, de tedio, de espera y de soledad. Soldados que apenas son hombres, alejados de sus casas y sus familias, por una guerra contra gentes que hace nada habían sido paisanos suyos. Hombres intentando comprender ese extraño concepto de desembarcar en un lugar e intentar hacerlo suyo por la fuerza, recibiendo órdenes de una serie de superiores que nunca sabrán lo que es ponerse frente a un igual para arrebatarle la vida, para dejar a unos niños sin padre, a una mujer sin esposo, a una madre sin hijo.

La mejor forma de abordar este tema tan peliagudo es la misma que empleó el propio Gila: dosis de humor entremezcladas con la descripción de una absurda realidad. Esta misma fórmula es la que adopta Torres, intercalando pasajes que nos hacen sonreír (más por el reconocimiento de los monólogos que todos conocemos de Gila que por lo gracioso del tema) con realidades que las guerras traen consigo y que nos siguen haciendo estremecer:

En la academia solo nos hablaban del honor y el coraje. No decían nada de las mutilaciones, las narices arrancadas, las manos y orejas cortadas, las mujeres violadas, los niños degollados, las aldeas quemadas y pasadas a cuchillo. A cambio, nos contaban la defensa heroica del Alcázar, la despedida del coronel Moscardó la última vez que habló por teléfono con su hijo, la historia de Ochoa, a quien tuvieron que desalojar de su escondite de un morterazo, antes de darle por muerto. 

Esta novela me ha traído a la memoria la novela de David Peace Tokio, Año Cero. En ambas se investiga un asesinato en medio de una guerra. Al igual que me ocurrió con la lectura de aquella novela no deja de sorprenderme la ironía que supone investigar un asesinato en un lugar colmado de cadáveres, un escenario donde la Parca campa a sus anchas teniendo cientos de almas donde escoger. Siempre dicen que la muerte nos igual a todos, pero no estoy del todo de acuerdo ya que aunque el final de todos nosotros vaya a ser el mismo no lo es así la memoria que permanecerá en los que nos sobrevivan. 

*Todos los buenos soldados es una de las novelas nominadas al Premio Hammett 2015, junto con Un millón de gotas de Víctor del Árbol, Te quiero porque me das de comer de David Llorente y Fantasmas del desierto de Guillermo Orsi.



Título: Todos los buenos soldados.
Autor: David Torres.
Editorial: Planeta.
ISBN: 9788408122920
Páginas: 272
Precio: 19€

Última página... Abril

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 Fotografía de José Ángel Vera

Aunque sea demasiado típico y tópico, podría empezar esta entrada perfectamente con la frase de Sabina de "¿Quién me ha robado el mes de Abril?" Mis fines de semana han estado colmados de actividades y eventos: una despedida de soltera, una boda, el encuentro de las Casas Ahorcadas, un cumpleaños... Todo el tiempo que suelo emplear para leer o para el blog se ha visto irremediablemente absorbido por mi vida social. ¡Y no me quejo! No todo son libros y lectura en esta vida. Aunque lo que sí es cierto es que me ha dejado un cansancio encima que tardaré en borrar del todo.

Lecturas de Abril.

Ya en Marzo retomé la lectura de cómics que tan abandonada tenía, y este mes han continuado. Son una herramienta perfecta para momentos de baja concentración, de escaso tiempo y para dejarse llevar por un deleite de los sentidos. Aunque no todo es deleite. Uno de los que he leído este mes, Yo, confieso, tiene una importante carga intelectual y te deja varios días dándole al coco. La reseña está ya preparada, en cuanto tenga ocasión os la traigo por aquí.

En la foto de familia de las lecturas faltan varios libros, debido a que los que faltan han sido lecturas de biblioteca o de libros prestados. Queda coja, pero no he tenido ocasión de hacer foto a todos juntos. En total, 5 novelas, una novela corta y 5 cómics:

- Martyrium, de Nieves Abarca y Vicente Garrido.
- Expediente Barcelona, de Francisco González Ledesma.
- El gato con botas de gamuza azul, de Carlos Zanón.
- Yo, asesino, de Antonio Altarriba.


En proceso:

Dentro de mi proyecto personal de leerme las novelas nominadas en la Semana Negra 2015, estoy con el último nominado al Hammett que me queda, Fantasmas del desierto de Guillermo Orsi. Por otro lado, ayer domingo terminé El limón de Kajii Motojirô, una verdadera joya japonesa que veréis muy pronto por aquí. Y por último estoy con una novela que verá la luz en las librerías a principios de Junio. Y hasta ahí puedo contar.

Junto a esos, tengo empezados varios que tengo un tanto abandonados. Al menos me queda el consuelo de haber terminado este mes dos novelas que tenía empezadas hace algún tiempo, Martyrium y Expediente Barcelona

Adquisiciones:

Si he de seros sincera, no todos los de la foto han sido mis adquisiciones de este mes, porque algunos están en camino todavía. Y sí, los de la foto ya son una barbaridad. Entre el Día del Libro y que me han llegado un montón de regalos por diferentes partes, el número total es verdaderamente abrumador, tanto por número como por volumen:

Vayamos poco a poco, que esto tiene su miga:

- Todo el mundo tiene envidia de mi mochila voladora, de Tom Gauld. Uno de los grandes del cómic británico en un volumen de lujo. Es una verdadera delicia, muy muy recomendable.
- Un filo de luz, de Andrea Camilleri. El nuevo de Camilleri ya en sus librerías. Aunque he llegado tarde a este autor, disfruté mucho la anterior novela.
- El asesinato del sábado por la mañana, de Batya Gur. Le había echado el ojo a esta autora y tengo mucha curiosidad. Uno de los regalitos de este mes. 
- La vieja escuela, de Pamela Newton. Un libro que no conocía, pero que viene respaldado por quien me lo regala. No puede ser una mala elección.
- El quinto testigo, de Michael Connelly. Uno de los autores contemporáneos de novela negra que siempre he tenido pendiente, entre otras cosas porque tengo sentimientos encontrados. Ahora no tengo excusa para probar con él.
- La novela negra española, de Ángel Luis Mota Chamón. No pude resistirme cuando vi esta tesis entre los libros que vendían en las Casas Ahorcadas de Cuenca. Muy buena pinta.
- Torpedo Integral, de Enrique Sánchez Abuli y Jordi Bernet. Un volumen mastodóntico, autoregalo del Día del Libro. 
- Días perfectos, de Raphael Montes. Otro de los regalos llegados estos días. Mil gracias por todos ellos.
- La novela negra en el mundo, de Paco del Río. La wikipedia de la novela negra, ahí es nada. Aborda todo un abanico de países y nacionalidades que mete miedo. Con carencias, pero una buena obra de referencia sobre lo escrito y también sobre lo publicado en nuestro país.


Siguiendo con mis adquisiciones de los nominados a los premios de la Semana Negra de Gijón, encontramos:
- El crimen de Asunta, de Cruz Morcillo.
- Escrito en negro, de Martín Olmos.
- Fantasmas del Desierto, de Guillermo Orsi.
- Vertedero, de Manuel Barea.
- Londres después de medianoche, de Augusto Cruz.

Y dentro de las adquisiciones digitales, también aproveché el descuento del día del libro, que en Chidori Books fue de un 21%:

- La batalla de los cerezos en flor, de Ángel Agüeras.
- El ganso salvaje, de Mori Ôgai.

Películas.

Pocas, muy pocas. Mi tiempo libre se ha visto resentido en todos los ámbitos. Pero al menos he visto de nuevo dos grandes joyas:

- Blade Runner, de Ridley Scott (1982). Aprovechando la gran oportunidad de poder verla en pantalla grande y en versión original, me escapé al cine un miércoles por la noche. Imprescindible, es una de esas películas con un argumento exquisito, y que visualmente es una maravilla. Y nunca me canso de repetirlo: banda sonora de las que ponen los pelos de punta, de Vangelis.

- La vida de Brian, de Terry Jones (1979). Esta se me había escapado en versión original, y merece mucho la pena verla así. Qué mejor película para ver en Semana Santa. Un poco de humor entre tanta procesión y devoción.

El limón, de Kajii Motojirô

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Kajii Motojirô tuvo una cortísima vida, de 1901 a 1932. Sin embargo fue más que suficiente para que sea considerado uno de los autores japoneses más reconocidos y admirados del siglo XX. Fuera de las fronteras japonesas apenas es conocido, por ello debemos agradecer aún más a la editorial Chidori Books que nos brinde la oportunidad de poder leerle.

El limón es una de las obras que dan nombre a este compendio de historias, doce de sus más reconocidos relatos. Enfrentarse a la obra de Motojirô no es tarea fácil. Gran parte de sus textos carecen de argumento, y ello hace que su lectura sea lenta y reposada, cometido que con la celeridad de nuestras vidas no siempre es fácil. Algunos de sus relatos están compuestos de más de un capítulo o episodio, con características comunes que los unen, pero sin un hilo conductor que ayude a seguir la trama al modo convencional.

Seguir leyendo en Culturamas.

Fantasmas del desierto, de Guillermo Orsi

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No importa cuántas veces aparezca en la novela el nombre del protagonista con tilde: en mi mente al leer Gotán resonaban los ecos de la ciudad de Nueva York. Y con ella ese sentido del justiciero, del defensor de la ley, que al fin y al cabo es en lo que representa Gotán. O Pablo Martinelli, que viene a ser lo mismo.

Martinelli es un policía retirado que se dedica a la venta de inodoros: cambió la evacuación de una mierda por la de otra muy similar. Sin embargo recibe un encargo, la investigación de la muerte de una mujer. Esa muerte ha sido grabada por las cámaras de seguridad de la vivienda de un ricachón en un barrio exclusivo. Como no hay Sherlock sin Watson, estará acompañado de Solanas, la joven hija de un antiguo compañero de Martinelli que fue asesinado. 

Como bien nos indican en la contraportada, la novela huele a Cosecha Roja a leguas, en el mejor de los sentidos: corrupción política, podredumbre de la Iglesia, machismo retrógrado. Todos estos elementos son abordados sin un solo pelo en la pluma de Orsi. Tanta es su osadía a la hora de plasmar lo que le interesa que llega a sorprender las libertades que se toma, sintiendo sobre tu hombro la mirada reprobatoria de un inquisidor mientras lees la novela.

La jerarquía católica sigue instrucciones del Vaticano [...] Y el Vaticano ejecuta las directivas del poder absoluto. De día - algún día habrá que decirlo públicamente - el Papa da audiencias públicas a los peregrinos, recibe en privado a los jefes de estado y sus secuaces, imparte bendiciones urbi et orbi.
Me interpuse en su relato: 
- Y de noche atiende a grupos de adolescentes en su cámara orgiástica. 

Desde el comisario Arriaga, que ha cambiado la ubicación de su despacho al Congreso Nacional, a la extraña existencia de un obispo de día y otro de noche, pasando por el surgimiento de una cárcel al estilo de Guantánamo pero bajo tierra, Orsi asesta golpes certeros: la denuncia del empleo de la policía como títeres para el uso y disfrute de las clases más adineradas; de la puesta en práctica de pederastia por parte de los dirigentes de la Iglesia; el encubrimiento de la construcción de una prisión para terroristas internacionales. No queda un solo estamento impune.

Para remarcar la inmediatez de la narración, Gotán nos habla en primera persona y en presente en aquellos fragmentos narrados por él. Y se dirige a nosotros como Mireya, como si escribiese una carta de amor, con un pasado que le pesa y que le duele, una presencia fantasmal que sobrevuela en toda la narración, que acompaña a nuestro protagonista al ritmo de los latidos de su corazón.

Fantasmas del desierto es una novela exquisita, que recuerda al estilo seco de Hammett, a la denuncia de Alexis Ravelo, pero plasmado de un modo mucho más complejo. No es una novela fácil, no utiliza una prosa sencilla de interpretar. Al lector le supone un esfuerzo, pero un esfuerzo que resulta gratamente recompensado si se molesta en hacerlo.

Una de las grandes pegas que le encuentro al libro es el tema del tamaño de la letra. Para una lectura que de por sí resulta intensa, que requiere de tiempo y de concentración, la elección de esa tipografía algo más pequeña de lo normal no resulta precisamente alentador, ya que te hace sentir que la lectura avanza más lenta todavía. Un pequeño detalle que deja un sabor agridulce a la lectura de una gran obra. 


*Con esta novela termino las reseñas de los nominados al Premio Hammett 2015. Podéis encontrar las otras tres en los siguientes enlaces:
- Yo fui Johnny Thunders, de Carlos Zanón.
- Todos los buenos soldados, de David Torres.
- Un millón de gotas, de Víctor del Árbol.




Título: Fantasmas del desierto.
Autor: Guillermo Orsi.
Editorial: Almuzara.
ISBN: 9788415828853.
Páginas: 310.
Precio: 21,95€

La ciudad de la memoria, de Santiago Álvarez

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Berta Valero es una estudiante de periodismo que empieza a sentir aprietos económicos. Necesita un trabajo y lo necesita ya. Pero su juventud y su falta de experiencia hacen que recorra oferta tras oferta sin conseguir nada. A la desesperada, contesta a un anuncio para trabajar en una agencia de detectives. El día de la entrevista, a la que acude tarde y corriendo, conocerá al peculiar detective que finalmente la contratará y será su mentor a lo largo de la novela: Vicente Mejías, Mejías a secas para los amigos. 

Ese mismo día reciben un encargo: encontrar a Armando. Será un caso fácil que a las pocas horas estará resuelto, pero al devolver al tal Armando a su propietario recibirá una nueva misión: que investigue un allanamiento de morada que lleva implícito una amenaza de muerte. El amenazado es nada más y nada menos que Arturo Dugo-Escrich, jefe un gran clan familiar colmado de Arturos. Poco a poco iremos conociendo a cada uno de los miembros de la familia, unos más amigables que otros, llegando a conclusiones a través de los interrogatorios más que a través de la investigación en sí.

Cuando comienzas a leer la novela no sabes muy bien en qué época se supone que transcurre. Hay ciertos retazos que te pueden dar pistas (el uso del término piercing, la aparición de un teléfono móvil, la citación de alguna red social), pero si no miras atentamente la novela podría haberse desarrollado perfectamente en los años 30-40. Todo este halo de clasicismo del género viene dado por nuestro protagonista Mejías, un extraño tipo anclado en el pasado y obsesionado con el personaje de Humphrey Bogart en sus diferentes interpretaciones en la gran pantalla. Así, nos encontraremos en un despacho desde el cual es necesario abrir la puerta con un cordel atado a la misma (ni en el telefonillo funciona la tecnología), sin ordenadores, con una robusta mesa de nogal, una puerta traslúcida con su nombre en ella, un póster de la película Casablanca, una máquina de escribir, un reproductor de vinilos y cintas VHS. Es como si el tiempo en este lugar se hubiese detenido.

Con todo esto, Santiago Álvarez logra el equilibrio entre una novela canónica y una actual, desterrando con este personaje casi cualquier sombra de contemporaneidad con lo que eso conlleva en una investigación detectivesca. Es un buen recurso para darle ese ambiente clásico a la novela, más influida por el cine que por la novela negra, usando diálogos de algunas de las películas de Bogarth en el texto e incluso vislumbrando la sombra de alguna estrella pelirroja del celuloide en uno de los personajes.

Una enrevesada historia familiar completa el círculo de la trama, quizá con un exceso de documentación para el lector, pero que está bien desarrollada e hilada con la investigación. Con este compendio de elementos tenemos una buena primera novela, con una buena prosa y una buena trama. Pero para mi gusto se queda solo en buena. Me ha faltado ese toque original, ese don que hace que la novela se te clave durante días, pero hay que reconocer que eso es algo que consiguen muy pocos. La historia está dotada de una gran fluidez, y la novela se lee sola. No por simple, sino por bien construida. 

Creo que la elección de este detective es hasta cierto punto arriesgada. Por una parte, es un personaje "cómodo" en el sentido de que puedes tomar decenas de referencias para inspirarte en un personaje así. Pero para los lectores de género más clásicos, situar un personaje de estas características en la Valencia del siglo XXI es arriesgado. Puede resultar poco verídico y más si la intención del autor es crear una serie, como es el caso. Habrá que ver por donde avanzan los derroteros de Mejías y Berta en la próxima entrega.



Título: La ciudad de la memoria.
Autor: Santiago Álvarez.
Editorial: Almuzara.
ISBN: 9788416100514
Páginas: 400
Precio: 17€
Web del autor: http://www.detectivemejias.es/

Siempre pagan los mismos, de Carlos Bassas

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Antonio Falcón es el dueño del barrio de San Marcial. Un barrio plagado de viviendas de protección oficial, de pequeños comercios, de calles humildes y de gentes que no llegan a fin de mes. Precisamente por esa falta de todo, a los habitantes de San Marcial les falta incluso valor para plantarle cara a Falcón. Religiosamente, como si se tratase de un creyente que acude los domingos a misa, pasa por los locales comerciales a recoger su parte de los beneficios. Todo a cambio de un abuso disfrazado de protección.

El problema no es tanto la labor de protección extraoficial que desempeña nuestro matón de barrio, como la oficial: resulta que Falcón es policía municipal de Ofidia. Ofidia es una ciudad de provincias cualquiera, pequeña, tranquila, que puedes recorrer a pie. Aunque no se podría encontrar en cualquier parte de la geografía española: el invierno ha llegado con un duro azote en forma de blanco manto que cubre la ciudad. El inspector Corominas se enfunda su fedora para resguardarse un poco más del frío y parte hacia el lugar del crimen. Porque sí, tenemos un cadáver.

Parece ser que a Falcón no solo le han matado, sino que le han eliminado de un modo cruel y doloroso. El revuelo es mayúsculo, no olvidemos que estamos ante el cadáver de un agente de la ley. Y para colmo, el agresor se ha ensañado con el finado: está destripado, emasculado y exangüe. Esta muerte será la excusa inicial que utilizará Carlos Bassas para poner en la palestra a lo largo de la novela toda una serie de temas de penosa actualidad: desahucios, corrupción, dinero negro, escasez de ayudas sociales... Y todo ello tratado con el mayor estilo y naturalidad que os podáis imaginar.

Cuando te enfrentas a la lectura de una novela con esta temática y este argumento cualquiera puede pensar que vas a toparte con una novela indigesta, difícil de leer, ese tipo de textos que te hacen apartar la mirada en determinadas escenas. Con las novelas de Carlos Bassas nunca sucede eso: el uso del lenguaje es excelente, sabe aportar el grado justo de realismo combinado con una gran maestría a la hora de abordar temas delicados. Si tuviese que escoger una palabra que definiese la prosa de Bassas sería elegante. 

Y para colmo, ha conseguido consolidar a un personaje bien construido y muy coherente. Un tipo corriente, con problemas de próstata, con un hijo en plena adolescencia, con una mujer que rezuma carácter y con un padre enfermo y moribundo. Uno de esos hombres con los que te irías a cenar a un sitio elegante, con los que compartirías siete brevísimas horas de conversación, con los que leer en silencio a su lado o con los que compartir el desayuno (siempre y cuando no sea domingo). 

La guinda del pastel (a poder ser de chocolate para nuestro inspector) la pone el gran elenco de secundarios que participan o que simplemente hacen acto de presencia en la novela: un tal Pedregosa, un tal Érice, un tal Arretxe, un tal Manuel Vázquez... Quizá alguno no os suene, pero todos tienen una clara característica en común: son escritores. Y cuando, como es mi caso, has conocido a algunos de ellos en persona resulta cuanto menos curioso ver cuánto del personaje real existe en la ficción.

Siempre pagan los mismos es una de esas novelas perfectas para devorar en una o un par de tardes, para saborear sin prisa, disfrutando de la historia, de sus protagonistas, pero sobre todo de la exquisita narrativa de un autor que promete mucho. Lo afirmé cuando le conocí en Getafe Negro y lo reitero: Carlos Bassas es un pozo de sabiduría. Y qué bien sabe compartirla.

*Carlos Bassas es el autor también de:
- Aki y el misterio de los cerezos.
- El honor es una mortaja.
- Y dentro de muy poco, El misterio de la gruta amarilla.



Título: Siempre pagan los mismos.
Autor: Carlos Bassas.
Editorial: Alrevés.
ISBN: 9788415900993
Páginas: 250.
Precio: 17€
Ficha del libro en la web de Alrevés: http://www.alreveseditorial.com/fitxallibre.php?i=141

La vida de una novela

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Es curioso cómo funciona a veces nuestra mente. Anoche, cuando me estaba quedándome dormida, me puse a pensar en la novela de Alexis Ravelo Las flores no sangran, que leí a principios de este año. (Me vino a la cabeza, todo hay que decirlo, porque ayer obtuvo el Premio a la mejor novela VLC NEGRA 2015) Con esta novela tuve un desencuentro: la empecé, la abandoné unos días, y volví a ella para leerla del tirón. Es una de esas novelas, que como el propio autor indica, no tiene un solo protagonista, sino que es una novela coral llevada a la máxima expresión. Es decir, que además de estar protagonizada por múltiples personajes ninguno de ellos es más protagonista que el otro y es el propio lector el que escoge quién es aquel con quien más se identifica. En mi caso, el protagonista fue claramente Felo en su momento. Pero 5 meses después no lo tengo tan claro. Ahora mismo cuando recuerdo la novela solo me viene a la mente Diana, la mujer a la que secuestran en la novela.

¿Y a cuento de qué viene esto? A que me he puesto a darle vueltas a la vida que una novela tiene para cada uno de nosotros. No me refiero a los meses que estará en la mesa de las novedades, ni a cuántas ediciones podrá llegar a tener. No hablo de esas novelas que en meses han sido devueltas a la editorial ni de esos long-sellers que se venden a cuentagotas pero durante años.

Hablo del bagaje que una novela tiene en nuestro interior, en nuestros recuerdos. En ocasiones, en pocos meses olvido por completo una novela. Y no me refiero a los detalles, a momentos memorables de la trama, sino simple y llanamente la totalidad del argumento. Novelas que en un momento dado escoges por una recomendación poco acertada, por un libro que te llega sin haber sido solicitado o por una mala elección. Afortunadamente, no son demasiados los libros que se borran irremediablemente de mi mente. De muchos de ellos mantengo una huella más o menos duradera.

¿Pero cómo de profunda puede llegar a ser? Creo que no soy la única a la que esa huella que le queda consiste en una sensación más que en el recuerdo de libro en sí. Por ejemplo, llevo días que cuando pienso en Las flores no sangran, no puedo quitarme de la cabeza una escena en que Diana  pasa uno de los momentos claves del secuestro (tranquilos que no voy a destripar nada). Ese sentimiento de angustia, de pánico, ese miedo a no saber qué pasará, si saldrá de esa. Con Subsuelo, de Marcelo Luján, recuerdo esa sensación también de impotencia, esas situaciones límite que te llevan a no saber qué camino tomar.

De 1913. Un año hace cien añosde Florian Illies recuerdo ese sentimiento de plenitud que me embargó, de felicidad, por recuperar un texto que tuviese que ver con mis cada vez más olvidados estudios universitarios. De Las luminosasde Lauren Beukes recuerdo ese momento en que tuve que dejar la novela durante varios días por la sensación de pánico que me embargó. De It de Stephen King, recuerdo el miedo tan tremendo que pasé las noches que estuve leyéndola con una linterna bajo las sábanas de mi cuarto en casa de mis padres, y la sensación de frustración con un final del que solo recuerdo que no me gustó en absoluto. De El muñeco de nieve de Jo Nesbo recuerdo cuando se me saltaron las lágrimas de lo que logré empatizar con Harry Hole y tiré el libro (literalmente) contra una pared en un giro de la trama. De Sombras de la nadade Jon Arretxe, cuando tuve que irme al baño a llorar en soledad cuando terminé el libro, y la cantidad de horas que tuve un nudo en la garganta, sin poder articular palabra. De Te quiero porque me das de comerde David Llorente, cuando en la segunda página me empecé a reír a carcajada limpia por leer una novela negra en la que me contaban la receta de una ensalada, alternada con el parte meteorológico. De La última tumbade Alexis Ravelo, de un pasaje de sexo explícito leído en medio de un vagón de metro en Barcelona y lo violenta que me sentí al leerlo ahí. De Galveston de Nic Pizzolatto, de que nada más cerrar el libro, automáticamente lo volví a abrir para leerlo de nuevo al instante. De Aki y el misterio de la gruta amarilla de Carlos Bassas, cómo una frase puede derrumbar todas tus expectativas. De Wilt de Tom Sharpe, que mi madre vino a mi cuarto a ver si estaba bien porque estaba riendo a carcajadas (¡con un libro!)

A esto es a lo que me refiero con la vida de un libro. A ese momento en que te preguntan si has leído una novela, y sabes que la has leído hace bastante tiempo, no recuerdas bien de qué iba, pero sí cómo te hizo sentir. Ese sentimiento de tristeza, de angustia, de dolor, de felicidad. Esa sensación que se te pega a la piel como si de un tatuaje se tratase, y que rememoras cuando recuerdas aquel libro, cuando lo ves en la estantería de una librería, cuando relees alguna de sus frases.

Y no solo eso. Sino cómo cambia en ocasiones nuestra visión de un libro meses después de haberlo terminado. Que recuerdes más algo que en su momento no te impactó tanto, que un libro que cuando lo terminaste te había fascinado semanas después descubres que no te marcó tanto como pensabas.

La literatura es un invento maravilloso. Nos hace desarrollar nuestra imaginación, reflexionar, altera nuestro estado de ánimo y nos ayuda a evadirnos de la realidad. Y para colmo, a veces consigue hacerlo durante meses. 

Yo, asesino. De Antonio Altarriba y Keko.

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Asesinatos y un profesor de Historia del Arte. Este libro no podía dejarlo pasar.

Enrique Rodríguez es profesor de Historia del Arte, concretamente de Historia de las Ideas Estéticas (casualidades de la vida, la última asignatura que cursé y la que más me costó aprobar de la carrera). También ejerce la docencia de postgrado, siendo director de tesis de algunos alumnos. Un hombre serio, con algunas ideas un tanto revolucionarias y una vida aparentemente normal. Si no fuese porque compagina estas actividades con la de asesino. 

Enrique no es un asesino en serie al uso. Toma todas las precauciones que están en su mano para que no le encasillen en un perfil criminal: todas sus anotaciones son en papel, nunca deja un rastro informático ni de localización GPS de sus movimientos, no se mueve en el mismo círculo geográfico, no mata a conocidos ni a aquellos con los que pueda obtener un beneficio con su muerte. Hasta tal extremo lleva esta última sentencia que se ve envuelto en una encerrona en la que es sospechoso de asesinato y no puede hacer nada por desviar esa acusación. 

En esta historia se mezclan dos de mis pasiones: la literatura negro-criminal y el arte. Aunque la fuerza visual de las imágenes es impresionante, destaco sobre todo las reflexiones y sentencias que los autores introducen a través de una voz en off que es la del mismo protagonista. 

La pulsión asesina no proviene de una contaminación externa... No es un desvío o perversión de la naturaleza... Al contrario... Constituye la esencia de nuestro carácter, reflejo del deseo de poder, resorte último de la supervivencia... El mal anida en cada uno de nosotros y teje con sus oscuros hilos una buena parte de nuestros comportamientos... Aunque en determinadas circunstancias de abundancia y civilidad no lleguemos a matar, todos somos asesinos...

La notoriedad nos crea... Se diría que la privacidad, lejos de reforzar la identidad, la bloquea... Ya no importa conocerse a sí mismo sino que te conozcan los demás... Cuantos más mejor, no cuanto más mejor... Somos en función del otro... Y sólo somos lo que el otro quiere que seamos...

A través de varios flashback, el protagonista nos narrará su vida como asesino, sus comienzos, de dónde surgió todo, cómo asocia el asesinato a una forma de expresión artística y visual. Las viñetas son en negro y blanco, con una clara predominancia del negro. Y el rojo. Allí donde hay sangre, hay color rojo. Algunas imágenes son de una fuerza desgarradora, tanto por el uso del negro como por la expresión de los rostros, la posición de los cuerpos. 


Yo, asesino es una de esas obras que te generan inquietud, que te hacen reflexionar. Que no os engañe el soporte: en muchas ocasiones el público asocia el cómic al puro y duro divertimento, y no siempre tiene por qué ser así. Se puede compaginar esta vertiente de entretenimiento con la de la transmisión de una serie de conceptos, con generar una intranquilidad en el lector. Yo, asesino es de esas obras que te dejan huella, que hacen que durante días vuelvas a sus textos y a sus imágenes, que algunas, como las que podéis ver más arriba, se graben en tu retina.



Título: Yo, asesino.
Autor: Antonio Altarriba y Keko
Editorial: Norma.
ISBN: 9788467917246
Páginas:136
Precio: 19,90€
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